miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una Reflexión: Metáfora del Capital Social y el Partido de Futbol

Introducción
El concepto de Capital Social, en mi experiencia como profesor universitario, ha sido un tanto complicado de comunicar y enseñar.
Ciertamente es un “Capital” en el sentido de que su presencia favorece y estimula el desarrollo en todos sus aspectos. Sin embargo, su intangibilidad lo hace complejo de definir, dimensionar y acotar.
Si ya en el concepto de Capital Humano aparecen algunas ambigüedades por su también intangibilidad, éstas se incrementan con el capital social.
En el afán de volver accesible el entendimiento de este concepto y sus implicaciones en el desarrollo económico, social y en la calidad de vida, estructuré la metáfora del “Partido de Futbol”, la cual espero sea de su interés y sirva para generar reflexiones orientadas a cómo mejorar nuestra situación actual, nuestras perspectivas como individuos y como nación, y nuestra calidad de vida.

Conceptos Básicos

El desarrollo de una nación, de una comunidad (y también de una persona) está directamente relacionado al acervo de capital que posea y al adecuado uso que se realice de él. Esto es de factores cuantitativos (la cantidad de este capital) y cualitativos (es uso eficiente, inteligente y adecuado de este capital).
Revisando la Historia Económica, los autores Clásicos mencionan como los Factores Productivos a la Tierra, el Trabajo y el “Capital”.
La Tierra corresponde a las extensiones de terreno cultivables, el Capital a la maquinaria y los aditamentos de creación humana, que se usan para producir tanto en la Industria como en la Agricultura. Y el Trabajo son las horas hombre que harán producir los dos factores productivos antes mencionados.
Para los autores neoclásicos la Tierra pasa a un segundo término y prácticamente desaparece de los libros de texto. La explicación es sencilla. En plena época de la Revolución Industrial, la producción agrícola pasa a un segundo plano. (Además, cabe mencionar que un modelo de dos factores es mucho más sencillo de especificar y analizar que uno de tres o cuatro factores, de ahí que el des dos factores sea el preferido para presentar en libros de texto).
Para los años 60, en buena medida gracias a los aportes de Theodore W. Schultz, las teorías del desarrollo sostienen que éste no surge de las máquinas y la infraestructura, lo generan las personas a través de sus conocimientos y habilidades. Aparece así el concepto de Capital Humano, en el cual el trabajo ya no es una hora hombre homogénea, sino que su productividad estará directamente relacionada a las habilidades y conocimientos que se posea. Para evitar confusiones a lo que los Clásicos llamaban Capital se le llama ahora Capital Físico. Bajo este nuevo modelo el desarrollo se detonará a partir de la inversión en Capital Físico y Capital Humano.
En los 70’s y 80’s el factor productivo Tierra vuelve a entrar en escena, pero ahora bajo el concepto de Capital Natural. No solamente como la Tierra que permite actividades agropecuarias, sino como todos aquellos recursos naturales que generan bienes y servicios útiles a las personas y a la economía. Estos bienes y servicios, por ejemplo, son: la purificación de aire, la captación de carbono, la filtración de los rayos ultravioleta, y los bienes de capital natural serían la capa de ozono, los bosques, las cuencas hidrológicas, entre muchos más.
Así, ya integrado el modelo, tendríamos que una nación o sociedad para desarrollarse en forma sustentable (es decir en forma estable y permanente a través del tiempo) debería invertir en conservar e incrementar sus acervos de capitales Físico (maquinaria y equipo) Humano (Habilidades y conocimientos) y Natural (Bienes y servicios ambientales)
Distintos autores también mencionan a las Instituciones y al funcionamiento social como determinantes del Desarrollo Económico y la Calidad de Vida. Estos elementos, entre otros, integran el que se ha denominado como “Capital Social”.
Algunas definiciones de este concepto son:
Bourdieu (sociólogo, 1985): Capital social es “El agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo”.
Coleman (sociólogo, 1990): Capital social es “Los recursos socio–estructurales que constituyen un activo de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones deindividuos que están adentro de esa estructura”
Putnam (cientista político, 1993): Capital social son los “aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo”. Putnam señala que el trabajo en conjunto es más fácil en una comunidad que tiene un stock abundante de capital social.
North (economista, 1990): Las instituciones son “conjuntos de normas y valores que facilitan la confianza entre los actores”. Son abstractas, mientras que las organizaciones son manifestaciones concretas de cooperación basadas en la confianza.
Granovetter (1985): El comportamiento racional de las personas abarca no sólo objetivos económicos sino también “la sociabilidad, la aprobación, el status y el poder”. También, en la dirección inversa, las relaciones sociales y la estructura social ‘juegan un papel central” en el comportamiento económico.
Cómo mencionamos antes hay diversas definiciones de capital social, con distintos matices según cada autor y ninguna que pueda considerarse “oficial” o universalmente aceptada.

Metáfora del Partido de Futbol

Proponiendo la Metáfora
Después de estos antecedentes, aquí propondremos una forma sencilla, intuitiva, y suponemos que entretenida, de entender y reflexionar sobre los impactos del Capital Social en el Desarrollo y Calidad de Vida de una Nación o Comunidad, con énfasis en la realidad que estamos viviendo en México actualmente.
Es la Metáfora del Partido de Futbol, que todos o casi todos podrán entender sin mayor problema. (Suponemos que actualmente prácticamente todos en nuestra sociedad conocen y entienden lo que es un partido de Fútbol. También suponemos que a la gran mayoría les gusta y hasta les apasiona este deporte. Esperamos estar acertados en estas suposiciones, y si aparece un lector “distinto”, esperamos no le sea complicada ni enredada esta metáfora)
Iniciemos la metáfora. Queremos realizar un partido de Futbol y debemos reunir los elementos que permitirán se lleve a cabo. Primero requerimos de una “cancha”, es decir de un espacio físico donde los jugadores puedan correr en pos de la pelota, con las dimensiones y condiciones adecuadas para instalar las dos porterías, las marcas del terreno, etc.
Puede ser desde un humilde campo llanero de tierra, hasta un grande y hermoso campo de césped. También estos jugadores deben poder respirar aire de una calidad aceptable para lograr el desempeño físico requerido en una actividad como ésta. Estos elementos corresponden al Capital Natural.
Para que nuestro Partido pueda llevarse a cabo deben estar a mano varios implementos. Al menos un balón de futbol, unas porterías. Los jugadores deben portar tanto una vestimenta como un calzado adecuados.
También el espacio donde se jugará el partido (la cancha) puede ser un simple llano con nada más que unas enclenques porterías hasta todo un estadio de primera, con todas las instalaciones requeridas (camarines, enfermería, etc). Todo esto corresponde al Capital Físico, que abarca tanto las instalaciones construidas (de las enclenques porterías a los grandes estadios) y el equipamiento que utilizarán los jugadores en su actividad para meter goles.
El jugador de futbol debe tener ciertas habilidades. Las requeridas para conducir bien el balón y meter goles. Y el portero para atajar disparos a gol, y el defensa para evitar las jugadas de peligro. Hay desde jugadores virtuosos que deslumbran al público hasta otros que apenas pueden pegarle al balón. Esta habilidad en parte se trae de nacimiento, en parte se adquiere a través de los entrenamientos y del mismo juego.
Estas habilidades corresponden al Capital Humano. Nos maravillamos tanto con los goles y jugadas de Maradona, Pelé y Messi porque solo algunos privilegiados pueden lograr esto… Si no existiera esta habilidad para jugar, entretener y hasta emocionar al espectador, el futbol no sería esa actividad y negocio que mueve a tantos y que mueve tantos miles de millones de dólares a su alrededor.
Hasta este punto tenemos ya la “cancha” donde se llevará a cabo nuestro partido, los jugadores con más o con menos habilidad, los implementos del estadio, de los jugadores y el balón. Al parecer todo está listo para comenzar. Ahora preguntamos al lector ¿qué nos falta?
Más de uno diría: “Falta el árbitro y de preferencia uno profesional y bien entrenado. Y si no hay un árbitro profesional, al menos alguien que haga las veces del mismo, para aplicar el reglamento y evitar que el partido se complique y pueda terminar mal”.
Correcto. Necesitamos de un árbitro. Pero el árbitro es más que un simple personaje, es la “encarnación” de toda una institucionalidad y una convención aceptada por todos los participantes.
Jugadores, entrenadores, árbitros, espectadores tienen que estar de acuerdo en lo que ES un Partido de Futbol: como se juega, como se gana, como se pierde, cuales son las reglas básicas.
Punto 1. Estas convenciones están generalmente escritas y reglamentadas, aunque algunas veces pueden ser usos y costumbres, pero siempre deben ser admitidas como válidas por todos los participantes. En el caso del Futbol existe una Institución, la FIFA, que lo regula, dicta las reglas y en última instancia las hace cumplir. Estos son los primeros elementos del Capital Social. La existencia de una Institucionalidad que establece “las reglas del juego” y de unos representantes concretos que se encargan de velar el cumplimiento de estas reglas.
Punto 2. También se asume la buena fe de parte del jugador. Sabe que su sustento surge de la actividad que realiza, y que siempre existe el riesgo de una lesión o de un accidente, que lo puede dañar con graves consecuencias. Por eso, y asumiendo una conducta de reciprocidad, actúa con “fair play”, es decir jugando sin la intención de dañar o lesionar a otro jugador. Es decir el jugador intentará no lesionar a otro jugador, primero porque considera esta acción como “mala” o “no deseable” en sí misma, y segundo, porque no le gustaría que le hicieran lo mismo a él. Este mismo criterio debería ser extensivo a otras conductas como no engañar al árbitro, no simular faltas, no provocar a los rivales, (pero tal vez sería mucho pedir…) Este es otro elemento del Capital Social. Los valores elementales y las conductas de respeto hacia los demás. Cuando esto no sucede “el otro” es un potencial enemigo que puede causar daño, por tanto hay que protegerse de él o causarle daño antes. Conductas que son muy desgastantes y muy costosas socialmente.
Punto 3. Hay varios ejemplos de equipos llenos de estrellas, de grandes jugadores, que no pudieron desplegar el nivel de juego que se esperaba, y que frecuentemente sucumbían ante equipos modestos. Quizá un ejemplo más o menos reciente son los “Galácticos de Real Madrid” (Y en nuestro medio mexicano, varias versiones de el “América”).
¿Qué es lo que sucede en estos casos? Sucede que los jugadores no se entienden entre sí, piensan que con su talento individual es suficiente para ganar, olvidándose que en esencia el futbol es un juego de equipo, en el cual el logro individual debe estar en sintonía con el logro colectivo, implicando, muchas veces, subordinar los logros propios a los logros colectivos. Si un compañero está en mejor posición lo que corresponde hacer es enviarle a él el balón para anotar… Aquí está otro elemento del Capital Social. La capacidad de actuar en forma ordenada de todos los miembros de la comunidad para obtener logros comunes. Implica capacidad de trabajo en equipo, de generar redes sociales (en su sentido amplio, no en el específico de la redes sociales por internet, tan de moda actualmente. Una red social es la capacidad de estar conectado con varios miembros de mi comunidad, para saber que pueden ofrecer y poder interactuar con ellos en el momento oportuno).
Si logramos conjuntar estos elementos:
Un buen espacio donde jugar, infraestructura adecuada, buen equipamientos, jugadores talentosos, que además saben las reglas del juego, les interesa cumplirlas, practican el fair play, saben jugar en equipo, hay un árbitro capaz (buen estado físico, conoce el reglamento, tiene autoridad y se da a respetar) y honesto
Seguramente tendremos un buen partido de futbol que dejará satisfechos a todos, a los jugadores, a los espectadores que van al estadio y a los fanáticos, a los directivos…


Analizando la Metáfora
A través de esta metáfora hemos identificado tres elementos del capital social:
· La existencia de instituciones generadoras de “la reglas del juego” y con la capacidad de hacerlas cumplir en toda instancia.
· La existencia de Valores esenciales: de respeto al otro, de evitar el daño al otro, de honestidad, de reciprocidad.
· La capacidad de actuar como un colectivo tras el bien común. Esta capacidad genera valor social, mientras que su inexistencia (que cada busque su bienestar en forma individual, como sea, a costa de lo que sea) destruye valor social.
¿Qué sucede cuando no están presentes estos elementos?
Pueden suceder muchas cosas. Que un jugador piense que es correcto que puede tomar el balón con la mano desde medio campo, acarrearlo, llevarlo a la meta contraria, meterlo todavía con la mano y pensar que ese gol es válido. La reacción inmediata es que el árbitro lo expulse y anule el gol. Pero si ese jugador amenaza al árbitro o lo corrompe sobornándolo, y hace que valide su gol. ¿Qué pasará con ese juego de futbol? ¿Cómo y en que terminará? Imagínelo el lector.
O bien que otro equipo considere que la FIFA es una institución inepta, a la que no se debe respeto ni obediencia. Por tanto decide que ahora su portería medirá solo la mitad de las dimensiones oficiales y… háganle como puedan porque yo no lo voy a cambiar… además que tengo mis buenos contactos “allá arriba” así que nada pasará…
Invito al lector que piense e imagine uno, dos o tres más ejemplos de “fallas de capital social” que pueden afectar a un partido de futbol.
Suponemos que el lector estará pensando que esas situaciones son una aberración que tal vez nunca sucederán o que si suceden serán consideradas como algo “extraño” inmediatamente controlado o remediado, porque si actitudes de ese tipo proliferan, el futbol como actividad organizada y lucrativa puede desaparecer. Visto así la existencia de un capital sólido y funcional es necesaria para la sobrevivencia y el desarrollo de una actividad social productiva.
Por último, lo que consideramos una aberración en un partido de futbol ¿no está sucediendo en nuestra realidad cotidiana?
Jugadores y/o equipos que imponen sus reglas sobornando, amenazando, o recurriendo a sus posiciones y su influentismo.
Goles ilegales e ilegítimos que son validados por árbitros corruptos o ineptos. O Goles legítimos anulados por las mismas causas…
Jugadores lesionados en forma injustificada y alevosa y los agresores impunes…
¿Les suena parecido, o es solo coincidencia? ¿Hasta dónde puede llevar una dinámica de este tipo? ¿Hacia la descomposición y la anarquía? ¿Cuánto puede soportar un sistema socioeconómico con un capital social disfuncional?
Saque el lector sus conclusiones y dimensione los efectos de esta situación.

¿Qué podemos hacer para mejorar la situación?

Ante el diagnóstico propuesto a través de la “Metáfora del Partido de Futbol”, suponemos que el lector está de acuerdo que en el México de hoy día (fines del 2011), nos hemos descapitalizado, que hemos perdido Capital Social.
Desde los orígenes de nuestro país hemos sufrido de corrupción, simulación (“se acata pero no se cumple” famoso dicho de la época Colonial) y otros males que han impedido un buen funcionamiento institucional, correspondiente al Capital Social Formal.
Pero en el denominado Capital Social Informal existía una noción clara “del Bien”, del respeto al otro, de la solidaridad. Este elemento del Capital Social se ha erosionado rápidamente (fenómeno no exclusivo de México, es una tendencia internacional, que por la coyuntura política, social y económica actual se ha agravado en nuestro país).
Esta descapitalización afecta los Puntos 2 y 3 de nuestro análisis de la Metáfora. El “otro” (el prójimo) está dejando de ser eso, un prójimo, un apoyo para hacer comunidad, un potencial socio para crear valor y bienestar social, para irse convirtiendo en un potencial enemigo, de quien debemos desconfiar a priori, a quien mejor agredimos antes que nos agreda, o alguien a quien temer por lo que nos puede hacer. Surgen conductas como “la ley de selva”, “cada quien para su santo”, “mejor que lloren en su casa a que lloren en la mía” que dañan y deterioran la convivencia social.
Situaciones, reiteramos, que son desgastantes y costosas socialmente, por el bienestar que se pierde que se destruye;, por los gastos defensivos (recursos que se destinan a mantener el status quo ante la amenaza del medio, en vez de invertirse productivamente); y mucho también por el bienestar que NO se genera: las oportunidades perdidas, que tanto han pesado en la historia nacional
Está hecho el diagnóstico. Hay males que corregir.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Intentar revertir la situación y para esto están las Políticas Públicas.
Es necesario diseñar correctamente y aplicar también correctamente las Políticas Públicas que transformen para bien la situación descrita.
Hablemos de las Políticas Públicas Tradicionales. Corresponden a la intervención de una de las distintas instancias del Estado:
· Del ejecutivo en sus tres niveles (federal, estatal y municipal), desarrollando Programas y cualquier otro tipo de Intervenciones que transformen y refuercen el tejido social actual.
· Y también del Legislativo, elaborando leyes dirigidas a la recomposición social y velando su correcta aplicación.
Entre estos pendientes está la siempre mencionada mejora institucional. Es urgente y debe ser prioritaria. Las instituciones existen, cierto, pero muchas de las veces no funcionan óptimamente. Ejemplos sobran, la gran mayoría, por lo menos en México, hemos experimentado en alguna medida la corrupción, la ineficiencia, el desdén hacia el más desvalido, entre otros muchos problemas.
Pasan los sexenios. El discurso es prácticamente el mismo: cero tolerancia a las malas prácticas, soluciones prometidas. Hay resultados en algunos casos, pero están lejos, muy lejos de lograr el objetivo. La mayor parte de los lastres han permanecido y siguen permaneciendo…
Y sobre todo, urgentemente, necesitamos de Políticas Públicas No Tradicionales. Aquellas que surgen de la ciudadanía, más horizontales, más democráticas en el sentido real (no demagógico) de la palabra. Bien que mal los ciudadanos somos la parte más numerosa del estado.
En la sociedad hay talento. Hay que dejarlo funcionar y expresarse.
Las Políticas Públicas No Tradicionales deben unir las energías sociales y encausarlas para la transformación de la realidad cotidiana. Y el aglutinante es precisamente el capital social. (El Capital Social al “usarse” se incrementa, y al “no utilizarse” se deprecia y disminuye, contrario al Capital Financiero).
Estamos en transición. Simplificando la compleja realidad, podemos mencionar que está haciéndose presente una generación que ya nació y creció en el paradigma de globalización, donde el Yo, el Individuo, se crea a partir de la redes que uno construye, donde las fronteras son lejanas o no existen, donde hay más individualismo, pero al mismo tiempo más responsabilidad individual por los resultados que se obtienen.
Versus la generación “antigua”. La que ha prevalecido y viene en retirada. Más gregaria, que busca en un “ente superior” (el estado, el caudillo, el guía espiritual) el sentido a su acción; que puede abrazar con más entusiasmo las causas nobles, pero que al mismo tiempo es más fácil de manipular con demagogia y prácticas clientelares. Los cambios los tiene que hacer “alguien de arriba”. Al ciudadano común y corriente le toca asumir su destino y sortearlo de la mejor forma posible. La palabra “cambio”, “transformación” no está dentro de su mapa mental. Donde, muchas veces y lamentablemente, predomina el fatalismo.
La nueva generación está creciendo bajo otro paradigma, menos estructurado, más orientado a la creación de una identidad personal que a una colectiva, con lo bueno y lo malo que esto implica.
Este nuevo paradigma, sumado a las tecnologías surgidas, que funcionan como “caja de resonancia”, están creando nuevas formas de entender lo que es hacer política.
No la política cortesana y faraónica. Sino la política micro, la que convive con nosotros día a día. La de los pequeños cambios que, sumados, hacen una gran transformación. De la participación que atrae más participación. Del Compromiso que atrae más compromiso. Por ahí va la ruta de incrementar el Capital Social, con todos los beneficios que pueden generarse. Un reto que tendrá, especialmente, la nueva generación para transformar la historia de este país.

Bibliografía

Bourdieu, P. (1985), “The Forms of Capital”, en Handbook of Theory and Research for the Sociology of Education, ed. J. Richardson. N.Y., Greenwood
Coleman, James (1990), Foundations of Social Theory, Belknap Press, Cambridge, Mass.
Durston, John (2000) ¿Qué es el capital social comunitario? CEPAL, División de Desarrollo Social, Santiago, Chile.
Granovetter, Mark (1985), “Economic Action and Social Structure: the Problem of Embeddedness”, American Journal of Sociology, vol 91, No. 3, noviembre.
North, Douglass (1990), “Institutions, Institutional Change and Economic Performance”, Cambridge University Press, Cambridge, MA, USA.
Putnam, Robert (1993a), Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy, Princeton University Press.
Rodríguez Tapia, Lilia/ Ruiz Sandoval Valverde, Daniel (2001)“El Concepto de Capital Natural en los Modelos de Crecimiento Exógeno” Revista Análisis Económico, Segundo Semestre, año/vol. XVI, número 033 Universidad Autónoma Metropolitana – Azcapotzalco, México DF pp. 109-128